Vivienda en Villafranca del Castillo

por Esther Santos:

El proyecto se vertebra sobre tres premisas: Una parcela no común, procedente de segregación, de otras perimetrales ya edificadas, con un acceso muy largo y estrecho, que se abre a un "patio" rectangular formalizado por un seto de arizónicas de 5m de altura. Una sentida necesidad de intimidad. Y en oposición, el amplio deseo de compartir en libertad, como impronta que caracteriza la personalidad de los propietarios. De esta libertad, surge la respuesta arquitectónica que presta especial atención al programa, a su eficiencia energética y al respeto por el medio ambiente. El resto es amor por el oficio, y el empeño común de disfrutar con la música. Cuyo pentagrama está constituido por el mármol travertino, el cobre, el estaño, el hierro y el cristal, con todas sus variantes y en clave de sol, realzando éste, los planos de las fachadas y perfilando los nítidos volúmenes de la composición.

La aportación del cobre en sus modalidades de Tecu Oxid, Tecu Pátina y Tecu Zinn, fundamentada en la necesidad de crear variedad cromática en las perspectivas, para recrear la vista en los recorridos internos de la parcela, era una de las decisiones de partida del proyecto, y en armonía con los colores que la propia naturaleza ofrece. De esta manera, los lienzos iniciales de mármol verde del Pakistán y de chapa oxidada, unos (ocres, rojizos y pardos), y otros esmerilados (reflejos plata), fueron sustituidos en el proceso cognoscitivo, por sus ventajas técnicas.

Desde el inicio se pretendía acercarse a la definición clásica de arquitectura de Vitrubio, "Utilitas, Firmitas y Venustas" (funcionalidad, solidez y belleza), y desde esa percepción, se continua trabajando, en sintonía con Oscar Wilde, desde la modernidad.

El interior cada vez más libre...

En Madrid, a veinticuatro de mayo de 2005